Estoy aprendiendo a escuchar, escuchar con los ojos y
oídos, escuchar con el alma. Escuchar lo que dice el corazón, lo que dicen
los hombros caídos, los ojos, las manos inquietas. Escuchar el mensaje que
se esconde por entre las palabras superficiales. Descubrir la angustia
disfrazada, la inseguridad enmascarada, la soledad encubierta. Penetrar la
sonrisa fingida, la alegría simulada, la vanagloria exagerada. Descubrir
el dolor de cada corazón. Poco a poco, estoy aprendiendo a amar.
Estoy aprendiendo a perdonar.
Porque el
amor perdona, lanza afuera las tristezas, y cura las cicatrices que la
incomprensión y la insensibilidad grabaron en el corazón herido. El amor
no alimenta heridas con pensamientos dolorosos, no cultiva ofensas con lástimas
y auto-compasión. El amor perdona, olvida, extingue todos los trazos de
dolor en el corazón. Paso a paso, estoy aprendiendo a perdonar, a amar,
estoy aprendiendo a descubrir el valor que se encuentra dentro de cada vida, de
todas las vidas. Valor enterrado por el rechazo, por falta de comprensión,
cariño y aceptación, por las experiencias duras vividas a lo largo de los
años.
Estoy aprendiendo a ver en las personas su alma, y las posibilidades que
Dios les dio.
Estoy aprendiendo, pero ¡cómo es de lento el
aprendizaje!
¡Cómo, es de difícil amar Incondicionalmente!
Todavía tropezando, cometiendo errores,
estoy aprendiendo… Estoy aprendiendo a amar.