La vida se mide según a quién amas y según
a quién dañas.
Se mide según la felicidad o la tristeza
que proporcionas a otros. Se mide por los compromisos que cumples y
las confianzas que traicionas.
Se trata de la amistad, la cual puede
usarse como algo sagrado o como un arma. Se trata de lo que se dice y lo que se
hace y lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o benéfico.
Se trata de los juicios que formulas, por
qué los formulas y a quién o contra quién los comentas. Se trata de a quién no
le haces caso o ignoras adrede. Se trata de los celos, del miedo, de la
ignorancia y de la venganza.
Se trata del amor, el respeto o el odio que
llevas dentro de ti, de cómo lo cultivas y de cómo lo riegas. Pero por la mayor
parte, se trata de sí usas la vida para alimentar el corazón de otros.
Tú
y solo tú escoges la manera en que vas a afectar a otros y esas decisiones son
de lo que se trata la vida. Hacer un amigo es una gracia. Tener un amigo es un
don. Conservar un amigo es una virtud. Ser un amigo es un honor y un
privilegio.
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